Había una vez un pequeño pueblo llamado Ecovalle, donde vivían Cristoman y sus amigos, los Gestores Ambientales Antonianos. Juntos, se preocupaban profundamente por el medio ambiente y deseaban enseñar a los demás niños la importancia de cuidar la naturaleza.

Un día, Cristoman y los Gestores Ambientales Antonianos recibieron una noticia triste. Su colegio, el Colegio Antonia Santos, estaba lleno de basura. Los niños habían dejado de cuidar sus cuadernos y arrancaban hojas sin necesidad, dejando un rastro de desperdicios por todas partes. El equipo de limpieza no daba abasto para mantener el lugar limpio, además arrojaban las frutas de sus refrigerios a suelo.

Decididos a hacer algo al respecto, Cristoman y los Gestores Ambientales Antonianos se reunieron en la sala de reuniones de su club. Tenían que encontrar una forma de ayudar a los demás niños a mejorar sus hábitos y comportamientos ambientales.

Después de una larga discusión, tuvieron una idea brillante. Crearían una aventura mágica que llevaría a los niños por un viaje de descubrimiento y aprendizaje sobre el uso apropiado de los recursos y la importancia de cuidar el entorno.

Con la ayuda de la tecnología, desarrollaron una aplicación llamada "EcoAventuras". Esta aplicación transportaría a los niños a un mundo virtual lleno de desafíos emocionantes y lecciones ambientales. Cristoman y los Gestores Ambientales Antonianos serían los guías de esta aventura.

El día del lanzamiento de la aplicación, todos los niños del Colegio Antonia santos estaban emocionados. Con sus teléfonos y tabletas en mano, comenzaron su viaje hacia la conciencia ambiental.

A través de la aplicación, los niños se encontraron en un hermoso bosque, rodeados de árboles y animales encantadores. Cristoman y los Gestores Ambientales Antonianos les enseñaron cómo cuidar sus cuadernos, evitando arrancar hojas innecesariamente. Les explicaron que al hacerlo, ayudaban a conservar los árboles y evitar la generación de basura.

En su siguiente parada, visitaron los Puntos Ecológicos, donde los niños aprendieron a separar y desechar correctamente los residuos. Descubrieron que reciclar y compostar podían reducir la cantidad de basura que llegaba a su colegio.

A medida que avanzaban en su aventura, los niños también aprendieron sobre la importancia del uso responsable de los recursos. Vieron cómo el agua y la electricidad podían desperdiciarse si no se utilizaban con moderación. Aprendieron a cerrar los grifos mientras se lavaban las manos y a apagar las luces y ventiladores cuando no los necesitaban.

Al final del viaje, los niños regresaron a su colegio con una nueva perspectiva. Habían comprendido la importancia de cuidar sus cuadernos, de utilizar los Puntos Ecológicos y de ser responsables con el agua y la electricidad. Estaban decididos a llevar estos hábitos aprendidos al mundo real.

El Colegio Antonia Santos nunca volvió a estar lleno de basura. Los niños se unieron para crear un comité de sostenibilidad para ayudar a preservar la biodiversidad de su territorio a preparar acciones ambientales en su casa y en su barrio para proteger las especies y rehusar lo que mas pudieran en casa en compañía de sus familias, buscando un destino apropiado a los desechos.